Diversas razones son las
que inciden para que los ancianos pasen sus últimos días en un asilo; sin
embargo, una de las más frecuentes e injustas es la desatención de los
familiares.
Por fortuna, el Hogar San
José, situado en la avenida Sucre de Los Dos Caminos, desde hace 50 años, es un
refugio para que los abuelos tengan una vejez feliz.
Con una arquitectura típica
de los recintos religiosos, el albergue es atendido por 12 Hermanitas de los
Ancianos Desamparados, quienes entre carencias y abundancias logran cobijar 230
de ellos.
"Aquí tenemos casos de
viejitos que los dejan abandonados debajo del puente, nosotros los recogemos y
se reponen (...) La misión es muy satisfactoria porque logramos recuperar a la
persona para que sienta que tiene casa", manifestó la directora de la
institución, sor María Rueda.
Una de las
características del Hogar San José es la amplitud del espacio, "no me
pregunte cuántos cuartos son porque son tantos que ni yo sé", respondió la
madre-directora, durante el desarrollo del recorrido por el Hogar. Allí cada
quien y cada objeto está en su santo lugar; por ese motivo las mujeres
permanecen alojadas en el ala derecha y los hombres en la izquierda. En el
patio fue construida una gruta en la que está enclavada una virgen que acompaña
a los residentes mientras conversan, juegan dominó, reciben a sus familiares o
simplemente escuchan la música que sale de los parlantes, también durante el día hacen diversas actividades; una de ellas, el ensayo de la coral integrada por 15 viejitos.
Algunos abuelitos, a
pesar de la edad, se valen por sí solos; otros, en cambio, marcados por el paso
del tiempo, son atendidos por el personal que labora en el ancianato. "El
desayuno se sirve a las 7:30 de la mañana, el almuerzo a las 11:30 y la cena a
las 6:00 de la tarde", relató la monja.
http://www.eluniversal.com/2003/09/27/ccs_art_27284A.shtml
http://www.eluniversal.com/2003/09/27/ccs_art_27284A.shtml